miércoles, 6 de junio de 2012

Carvilio Ruga



                                                     


 Empezamos con este articulito una serie sobre personajes de la antigüedad poco conocidos por el público. Son los secundarios dignos de mención, que no han conseguido papeles de primera fila en los libros de Historia, pero que a veces se nombran en los pies de página, como añadidos solo necesarios para eruditos rigurosos y que son prescindibles para gente como ustedes o yo, simples diletantes de los hechos históricos, que nos limitamos a observar la película sin fijarnos en estos actores secundarios, que ocultan muchos secretos olvidados.


 Empecemos con alguien al que le debemos mucho, sobre todo cuando pulsamos teclados o cogemos un bolígrafo y nos ponemos a escribir.
Allá por el siglo III a.c. nos encontramos por las calles de una Roma todavía aldeana a un tal Espurio Carvilio Ruga, cónsul del año 234 a.C, un patricio peculiar de este siglo repleto de nombres evocadores de marcialidad, piedad republicana y elefantes cartagineses.

 Fue de los primeros ciudadanos amantes del helenismo en la sociedad romana y un ejemplo de tipo "políticamente incorrecto" como dirían los cursis integrados. Esto último se debe a que se le tacha de ser el primer ciudadano romano que pidió el divorcio. Un derecho que existía en las leyes, pero que la puritana sociedad romana de la época no practicaba en absoluto y consideraba un gran escándalo ejercerlo. Carvilio Ruga fue el primero que se lanzó a realizar semejante paso, “en 520 años”, como nos dice Valerio Máximo, alegando que su mujer era "estéril", aunque no sabemos si tal defecto reproductivo era el verdadero motivo. Son asuntos de la intimidad patricia que nunca podremos desvelar.

 A Carvilio se le concedió el divorcio, no había más remedio. Las leyes eran sagradas en la antigua Roma hasta que se cambiaban por otras. Pero, aunque legalmente divorciado, a partir de ese momento no pudo escapar del desprecio moral que provocaba semejante escándalo. Se había convertido en un "rarito" para la clase alta romana.
La soledad no pareció importarle mucho a nuestro rarito. Al contrario, le condujo en mayor medida al estudio y conocimiento del mundo helenístico, una especie de ideal en su vida, en el que buscó distracción y refugio de la sociedad que lo despreciaba.

 Sus conocimientos pronto brillaron y adquirieron fama, principalmente en la filología y ciencias afines, donde se sumergía con pasión de fanático, y que le llevarían a inventar la letra G del alfabeto, para diferenciar su sonido de la C.

Sí, ya sé que parece una tontería de invento, pero la distinción entre los sonidos C y G era un problema normal entre los romanos, gangosillos al hablar, una herencia del alfabeto etrusco, carente de G, pero que todavía no habían solucionado por su falta de interés en estos asuntos. En el fondo, la G no es más que una C a la que Carvilio Ruga añadió una colilla engreída. Un invento sencillo, casi tonto, como todas las genialidades cuando se hacen evidentes.
 Es la única letra del alfabeto que usamos cuyo inventor se conoce, aunque nadie se acuerde de él.

 Su propuesta fue aceptada muy pronto por el gobierno romano, debido a su utilidad, que después de todo eran romanos y adoraban lo práctico. Pero Carvilio siguió sin ser perdonado en sociedad. Quizá, por tal marginación, su recuerdo se desvaneció suavemente en textos históricos posteriores y poco queda que podamos conocer de su vida.

 Sabemos que luego fundó una escuela al estilo de sus amados filósofos griegos, pero él no cobraba por las clases, siguiendo la tradición aristocrática en la que había nacido y porque también su cuantiosa fortuna daba de sobra para vivir bogando en un mar de papiros griegos y espuma de caligrafía alejandrina.

 Cuando murió, en el 212 a.C., legó la escuela a uno de sus libertos, que también heredó su mismo nombre. Este liberto fue el primer maestro de Roma que cobró por dar clases. Seguramente porque no había heredado la fortuna de su antiguo amo.

A partir de su ejemplo, empezaron a llegar maestros griegos a Roma en gran cantidad, en busca de enseñar sus saberes a los patricios anhelantes de brillo helenista, a cambio de buena paga,.

 El liberto de Carvilio Ruga abrió en gran parte el camino y por este proceso la sociedad romana sufriría la revolución mental que todos conocemos.

Lo que hace un divorcio.

4 comentarios:

  1. Tengo el privilegio de ser vuestro primer comentarista; genial el artículo, ya sabemos un poco más y que hace prometer a este blog. Y pensar que alguno dudaba de lasnuevas tecnologías .....
    Un fuerte abrazo a todo el equipo de Stilus y a seguir adelante.

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  2. No conocía la historia y me temo que mis alumnos me tendrán que aguantar mañana mientras se la cuento...
    buena singladura!

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  3. Muchas gracias a los dos por vuestras amables palabras. Francesc, ya ves que la apuesta por las nuevas tecnologías avanza imparable en este proyecto que tanto impulsaste en sus orígenes.

    Álvaro, encantados de trabar conocimiento contigo. Aquí somos entusiastas de los soñadores que se dedican a la educación. Todo nuestro apoyo para vosotros. Ojalá podamos facilitaros vuestra labor con nuestros contenidos.

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  4. Solo puedo decir... ¡Gracias! Alejandro tiene muchas de estas perlas que ya es hora de ir revelando de nuevo... :)

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